Coronavirus, ¿Desescalada mental?

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La crisis generada por el Coronavirus, ha implicado una multitud de cambios en nuestras vidas. Desde los más evidentes como el confinamiento, hasta otros quizás menos esperados y de los que nos iremos dando cuenta poco a poco con el tiempo y la desescalada.

Nos surgen preguntas e incertidumbres que no sabemos cómo resolver. Aunque nos hablen de “nueva normalidad”, lo cierto es que la situación no será normal no sabemos por cuánto tiempo, y tampoco tenemos claro cuáles de esos cambios han llegado para instalarse.

Ante este escenario de incertidumbre, son muchos los profesionales de la salud mental que dan consejos, “recetas” para algunas de las preguntas que más resuenan. Sin embargo, desde nuestro punto de vista no es lo mejor que se podría hacer, y ahora intentaremos aclarar por qué.

Sentimientos en el confinamiento.

Ha sido común encontrarse en prácticamente todos los medios de comunicación profesionales de la salud mental diciendo cómo nos deberíamos sentir en la primera semana, en la segunda semana y así sucesivamente, hasta que una vez en la fase de desescalada, han empezado a decirnos qué miedos tenemos y tendremos sobre la vuelta  y el desconfinamiento.

Lo cierto es que la salud mental es un proceso extremadamente singular: cada uno vive el proceso de confinamiento y el presente según el momento vital en el que se encuentre, según sus posibilidades materiales, sociales, culturales, emocionales y económicas. Esto implica que no existe un tipo de consejo unívoco y que le sirva a todo el mundo.

Es verdad que pueden existir modelos estadísticos en los cuales se basan los diferentes manuales de salud mental, que mostrarían tendencias en cuanto a sintomatología.  Pero lo que tienen las estadísticas es que nunca hablan de un caso particular, no pueden hablar de cómo te deberías sentir, o qué significado tiene para ti tal o cual síntoma.

Poniendo un ejemplo, el Trastorno de Ansiedad Generalizada, se caracteriza entre otras cosas por irritabilidad, sentimientos de fatiga o inquietud. Si bien es cierto que esas expresiones de la ansiedad son bastante generalizables, lo que no se aborda es por qué se generó la irritabilidad, cuál es la historia personal que hay detrás de esas expresiones en cada persona y, como ya hemos dicho, con qué recursos se cuenta para hacerle frente.

Esto implica que lo que funciona para ciertas personas, no funciona para otras; y no deberías sentirte mal si algo que lees en internet o que has visto en las noticias para calmarte o para sentirte mejor no te funciona.

De hecho, pensamos que en realidad nadie sabe cómo reaccionaremos ante lo que nos está tocando vivir, porque la situación a la que nos enfrenta el coronavirus es nueva para toda la población, incluyendo a los profesionales de la salud mental.

Lo cual no quiere decir que no puedan ayudarte, pero sí que no tienen una bola mágica para saber lo que te está pasando o lo que llegará a ocurrirte. Tendrán que escucharte para saber cómo estás viviendo tú, particularmente, con tus circunstancias particulares, esta situación del todo particular.

Exigencia de la felicidad o de estar bien.

Este es un tema que se está abordando de manera crítica hace mucho tiempo tanto desde la psicología como desde la filosofía y la sociología. Hablamos de un conjunto de profesionales de todas las áreas que hablan de la necesidad de ser positivos, de aprovechar el tiempo al máximo, de que todo va a ir bien y de que de todo sufrimiento se saca algo mejor.

La influencia de esta exigencia de la felicidad es evidente en los perfiles de las redes sociales. Estos están llenos de personas satisfechas consigo mismas incluso en los peores momentos y, de nuevo, de consejos generalizados que nos llaman a despreocuparnos de lo externo y centrarnos solo en el aquí y en el ahora.

Se nos llama ser felices independientemente de nuestras circunstancias, de la pandemia del coronavirus, el nuevo papel de profesores jornada completa con nuestros hijos e hijas en casa, el teletrabajo si es que no lo has perdido etc, etc.  Todo esto generalmente acompañado de “recetas” sobre cómo conseguirlo.

Creemos que con esto pasa lo mismo que con la cocina: por mucho que dos cocineros sigan la misma receta, el resultado no será el mismo casi con total probabilidad. Si, como mucha gente antes de esta epidemia, no habías frito un huevo en tu vida, y ahora has decidido hacer una receta, no te va a quedar igual que a quien lleva toda su vida cocinando. Nuestro psiquismo es igual: aunque sigamos todas las recetas que nos den, el éxito no está asegurado.

Además, poner a la felicidad individual como un ideal social a conseguir, contrae necesariamente su contrario: un sentimiento de insatisfacción que aparece en los pacientes que nos consultan hoy en día.

Esto ocurre porque se impone una idea de felicidad como un sentimiento estable y de responsabilidad únicamente individual, dejando de lado que la felicidad depende de nuestro entorno, de la gente que queremos y/o conocemos, de las condiciones en las que trabajamos, en las que vivimos, con quien nos relacionamos, y un largo etcétera.

Y es que en la vida no sólo hay felicidad por mucho que se nos imponga; también hay muchos otros sentimientos y emociones necesarios para nuestra vida.

En este sentido, casi cualquiera a quien se le pregunte hoy en día, expresaría un deseo de ser más feliz. Sin detenerse a pensar que quizás la felicidad de la que nos están hablando, no es ni el mayor ni el mejor de los estados psicológicos a los que podemos aspirar.

Por ejemplo, la tristeza, en muchas ocasiones nos acerca a una introspección necesaria, la angustia nos alerta para pedir ayuda o saber que algo nos pasa, y así con muchos sentimientos que son calificados como negativos, pero que tienen una función importante para nuestro psiquismo.

Pero existe toda una industria y mecanismos propios de la mercadotecnia que nos hacen creer que deberíamos optar por ese tipo de felicidad individual y consumista, y que tiene la función de convertir la felicidad en un bien de consumo. Ahora que “sabemos” que nuestro objetivo es ser felices contra viento y marea y sin la ayuda de nadie, podemos empezar a consumir productos que nos acerquen un poquito más a esa supuesta felicidad.

Uno de los grandes problemas de esto es que, en esta lógica del consumo, tú eres el único responsable de tus emociones, de tus sentimientos. Si no has conseguido la felicidad es tu responsabilidad. Y, por otro lado, también eres el único responsable de tu sufrimiento.

Edgar Cabanas y Eva Illouz, en su libro Happycracia, estudian el concepto de felicidad en la actualidad, y dicen lo siguiente: “En un mundo donde cada persona es considerada única responsable de su sufrimiento hay poco espacio para la piedad, la compasión y la solidaridad. En un mundo donde cada persona se supone dotada de la capacidad para convertir la adversidad en oportunidad y en crecimiento personal, también hay poco espacio para la disconformidad, la protesta y la queja”.

Con esta frase hacen referencia a cómo la felicidad está siendo introducida en el pensamiento moderno de una manera individualista y que nos aleja de valores que probablemente nos harían sentir mejor, valores que tienen que ver con el reconocimiento de que, en una comunidad, lo que uno hace afecta a los demás necesariamente.

Desde nuestra perspectiva, no somos dueños de lo que sentimos de forma completa. La felicidad que nos venden es imposible de alcanzar. La felicidad no es un estado estable; en la vida hay altos y bajos, momentos que te hacen sentir que no puedes ser más feliz, pero también situaciones que duelen profundamente y no te dejan estar bien. Y desde luego no se alcanza solo a través de la adquisición de cosas y logros personales.

Quizás no es necesario para todos, o no es ni siquiera posible para muchos, sacar algo bueno de toda esta situación. Hemos escuchado a mujeres que viven con sus agresores, a niños y niñas con padres maltratadores, a gente que ha perdido su empleo… Quizás para algunos, la expectativa de llevar a cabo las recetas de la felicidad en este momento no es realista. Y tendrán que encontrar sus formas particulares de sobrellevar lo que les está ocurriendo, para algunas personas sobrevivir en esta situación ya es un logro.

En definitiva, no se trata de no ser feliz, sino de que puedas buscar una manera de sentirte mejor, y eso quizás no ocurre saliendo a correr todos los días o teniendo fotos que demuestren que, a pesar de todo, puedes ser la madre más feliz de Instagram.

En este sentido, nos parecen interesantes como vía para conseguir un mayor bienestar, las políticas del feminismo que proponen poner la vida en el centro.

Tal como plantean Alazne Beltran y Leire Muriguialday en su artículo en eldiario.es , “Conseguir vidas que merezca la pena ser vividas comienza por aceptar que somos interdependientes, ya que no somos sujetos autónomos y racionales que acceden al mercado sin ninguna otra necesidad”.  Si te interesa profundizar en este tema también podrías leer este artículo de ctxt.es.

Síndrome de la cabaña

Si buscas en estos días “síndrome” en  Google, la primera  opción que aparecerá será “síndrome de la cabaña”.

Este es un buen ejemplo de cómo actúan algunas corrientes de la psicología para generalizar y masificar sentimientos y sensaciones subjetivas: una de las formas en las que actúa la biopolítica (para más información sobre biopolítica, no dudes en leer al filósofo Michel Foucault).

Este síndrome del que no habíais oído hablar antes del coronavirus, está descrito en la literatura médica (no psiquiátrica o psicológica) como un conjunto de síntomas que se detectaron en personas que estaban encerradas en espacios pequeños durante un periodo relativamente largo, y que estaban relacionados con el contacto con roedores en esos espacios.

Posteriormente, psicólogos tomaron el término para describir los síntomas psiquiátricos desarrollados por personas que debían pasar periodos de tiempo prolongados en condiciones extremas y aislados. Hoy en día, con el Covid-19, el síndrome de la cabaña se ha generalizado como el temor o ansiedad que en algunos casos podría ser paralizante ante la posibilidad de salir a la calle.

Es decir, ante la aparición de un acontecimiento externo (como es el coronavirus), se ha reutilizado una terminología patológica con la intención  de demostrar conocimiento sobre un fenómeno, para proponer a la psicología como un saber sobre todo tipo de conducta humana y así regularizarla, reglarla, normarla.

En Prisma Psicología pensamos que es normal sentir este miedo o ansiedad; salir a la calle no es como antes, y debemos tener cuidados que antes no teníamos. Estamos expuestos en los medios de comunicación de manera constante a información acerca de las amenazas existentes en las calles, y acerca de todas las medidas de precaución que debemos tener tanto al salir como al entrar a casa.

En estas condiciones es “normal” sentir cierto malestar al salir, por supuesto. Y no pensamos que sea necesario crear un síndrome para definirlo. Tampoco lo sentiremos todos, y desde luego no en la misma intensidad.

También hay personas que en el confinamiento se han sentido más seguras, sea por el motivo que sea. Hay gente que en su día a día debía enfrentar situaciones muy complicadas, y para las que el confinamiento obligatorio pudo haber resultado apaciguador. Y cuando salgan volverán a tener ansiedad o miedo, y no será necesariamente por el confinamiento o por haber desarrollado un síndrome determinado, sino por sus motivos personales.

Con el tiempo, los miedos directamente relacionados con el Covid-19 irán remitiendo, porque tenemos más capacidades para vivir las circunstancias que nos tocan de las que imaginamos. Si al principio no te encuentras bien, no es raro.

Así todo, si ves que pasa el tiempo, no eres capaz de manejar lo que te ocurre y no vas sintiéndote mejor, puede ser el momento de contactar con un especialista.

Duelos

Hemos dejado para el final este delicado tema porque en este momento muchas familias se están enfrentando a la muerte de sus seres queridos en condiciones muy atípicas, y por lo tanto debe ser tomado con el respeto y cuidado que ello merece.

El duelo debe ser uno de los fenómenos más estudiados desde la psicología. En infinidad de sitios podrás encontrar información sobre las etapas del duelo, sobre cómo afrontarlo, o sobre cómo significarlo.

Hay tantas teorías sobre el proceso de duelo como ramas de la psicología hay. La psicología no es una ciencia exacta, por lo que no existe una explicación unívoca para todos los fenómenos de la mente, si no que existen diversas hipótesis que generan teorías distintas y a veces dispares respecto a un fenómeno (en este caso, el duelo).

Pero queremos hacer hincapié en algo fundamental: no existe UN tipo de duelo. Cualquier psicóloga o psicólogo clínico lo podrá comprobar en su experiencia con pacientes: cada persona vive el duelo de una manera particular. Como profesionales de la salud mental no podemos generalizar, ni dar consejos generales para un tema tan delicado.

Lo que sí es cierto es que los duelos son una experiencia que nos muestra la necesidad de estar solos y acompañados al mismo tiempo. Los ritos funerarios implican esos momentos, donde la comunidad, la familia, los amigos, las amigas, etc., se reúnen para apoyar a los y las familiares, y donde nos encontramos con esos momentos a solas en los que el dolor se siente en el cuerpo.

Y ese sí es uno de los grandes problemas que podría estar generando esta pandemia con respecto a los duelos, y que por desgracia se ha generalizado: la cancelación de los ritos funerarios, que probablemente resultará en una dificultad mayor en los procesos de elaboración de duelos, porque nos faltarán los abrazos, los cuerpos, el contacto con los seres queridos (eso es algo que todavía no nos permiten las nuevas tecnologías).

Un proceso de duelo implica poco a poco la capacidad de reponerse y de volver a integrarse en el mundo que nos rodea. Con dolor y con tiempo, cada uno a su manera. Si eso es algo que te sientes incapaz de lograr, quizás necesites pedir ayuda profesional.

Mucha gente puede lograr esa elaboración y la reintegración en su vida por su cuenta, con el apoyo de la gente querida, pero hay otras personas que necesitan de ayuda profesional, porque no logran que ese dolor de la pérdida les permita continuar.

Nuestra propuesta

En Prisma Psicología, en pocas palabras, creemos que la psicología debe servir para pensar el mundo en el que vivimos y observarlo críticamente, y para entender cómo esto influye en las personas a las que atendemos. Así podremos reflexionar acerca de los ideales que se imponen en nuestra sociedad y que generan sufrimientos de distintas índoles.

Por eso no creemos en las recetas mágicas para todos y sabemos que un paciente va a trabajar a la consulta, porque una psicoterapia implica el trabajo de hacerse cargo del propio sufrimiento y hacer algo con él. Ese algo que nos va a ayudar a tener menos sufrimiento, es tan amplio como personas consultan al terapeuta.

Creemos que las soluciones son particulares, a pesar de que las teorías evidentemente son generales; pero estas teorías son herramientas que nos sirven a los psicólogos y psicólogas para acompañar y direccionar a una persona en su proceso terapéutico, en sus tiempos, y respetando las circunstancias vitales que a cada persona le toca vivir.

La psicología de medios debería ser útil para ayudar a comprender el medio en el que vivimos y no, desde nuestra perspectiva, para dar recetas universales en las que se imponga la exigencia de sentimientos y modalidades de vida ideales y normativas.

Si todo lo vivido durante el confinamiento, o en estos procesos de desescalada y desconfinamiento, te está produciendo mucho malestar, intenta buscar apoyo en las personas en las que confías. De los consejos que dan en los medios, usa los que te sirvan y los que no deséchalos; no todo lo que dicen los profesionales de la salud mental te va a servir a ti. Si a pesar de todo no logras sentirte bien y crees que necesitas ayuda profesional, acude a un profesional que te de confianza y te ayude a encontrar tu forma de estar mejor.

Juntos conseguiremos que esto acabe lo antes posible.

Por último, nos gustaría que si tienes dudas -respecto a la psicología, o a cualquier tema que te pueda interesar- nos escribas a nuestro correo info@prismapsicologia.es y podremos contestarte directamente, o si pensamos que puede ser útil para más personas publicaremos una entrada manteniendo tu anonimato.

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Psicóloga Sanitaria BIO4928.

2 Máster en psicología clínica. Agente de igualdad.
Perspectiva de género.
Especialista en el trabajo con mujeres en temáticas de violencia de género, maternidades, fertilidad, traumas y otros.

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