Consecuencias emocionales de la infertilidad
Desear un embarazo y no conseguirlo es una situación muy angustiante. Muchas mujeres se sienten -injustamente- responsables y culpables de no poder quedarse embarazadas. Se sienten inadecuadas, sienten que han fallado como mujeres, como si les “faltara algo”, experimentando sentimientos de culpabilidad.
Por este motivo, la infertilidad muchas veces se lleva en secreto, no se comparte con seres queridos o amigos, ya que es causa de vergüenza. Incluso cuando se inician tratamientos de reproducción asistida, es muy común que se realicen al margen de las personas cercanas. De esta forma se protegen de opiniones y comentarios, pero al mismo tiempo se aíslan de aquellos que podrían ser un apoyo en el proceso.
En general, la incapacidad para quedarse embarazada, sea durante un tratamiento o sin él, va acompañado de cambios de humor, irritabilidad, angustia, incertidumbre, ansiedad… Al fin y al cabo, tener un hijo o hija ha formado parte de tu plan de vida durante mucho tiempo y ahora aparecen dificultades que pueden cuestionarlo todo.
Las personas que atraviesan esta dificultad en una pareja heterosexual a menudo atraviesan crisis, que muy frecuentemente afectan al deseo sexual. La pareja se autoimpone el objetivo de concebir y programa sus relaciones sexuales (lo cual puede ser aconsejable durante el tratamiento), lo que puede añadir estrés a la situación al desarrollarse problemas sexuales o a una pérdida de deseo e intimidad en las relaciones.
Reproducción asistida, ¿cómo me sentiré?
Cuando decides iniciar el proceso de reproducción asistida, te enfrentas a todo un mundo de emociones que cambian de un momento a otro, causado tanto por las hormonas como por las dudas, la incertidumbre y la angustia que puedes experimentar.
Tener conocimiento de lo que te está pasando a nivel emocional y un acompañamiento adecuado puede hacer que atravieses este momento de una forma menos angustiante, sin añadir estrés a esta situación de por sí estresante.
Si bien cada mujer afronta el tratamiento de modos distintos, hay fases en las que suelen producir respuestas similares:
El comienzo del tratamiento. Cuando tomas la decisión de ponerte en manos de especialistas, surge una gran ilusión y se dejan a un lado las dificultades. Hay muchas expectativas en el tratamiento, a pesar de que los profesionales deben informar de las probabilidades de que no se llegue a un embarazo en los primeros intentos. Es posible que, después de varios intentos fallidos, te sientas frustrada y/o culpable.
La llegada de la menstruación se vive como un fracaso y puede llevar a la tristeza y desesperanza. Aparecen dudas y miedo al fracaso, ya que se acrecienta la incertidumbre propia de este proceso.
Estimulación. Los días de estimulación pueden ser estresantes, sobre todo si en el trabajo no cuentas con las condiciones necesarias o si has decidido guardarlo en tu intimidad. Cuando tienes que interrumpir el tratamiento, puedes sentir desilusión y desesperanza.
En las esperas para saber si el tratamiento ha ido bien, puede que osciles entre la ilusión y el pensamiento de que nunca lo conseguirás. Pueden aparecer síntomas como el insomnio o la revisión constante de tu cuerpo en busca de cambios que indiquen un posible embarazo.
Los resultados. Uno de los momentos más difíciles a los que tendrás que enfrentarte, en caso de que el resultado sea negativo. Es importante tener a personas cercanas que te apoyen o, si no quieres contárselo a nadie, asistir a un/a profesional que te pueda acompañar en el proceso.
En cualquier caso, cada mujer es distinta y también lo son las maneras de enfrentarse los problemas. Por lo tanto, la reacción de cada una en este proceso dependerá de su capacidad para enfrentarse a la dificultad y también del apoyo con el que cuente en su círculo próximo.
¿En qué puede ayudarme un/a psicólogo/a?
Muchas veces la infertilidad es vivida como un duelo y es necesario trabajar sobre los miedos, fantasías y sentimientos de angustia, tristeza y/o ansiedad que surjan para que estos no afecten la totalidad de la vida.
Además, es necesario en muchos casos trabajar en el reconocimiento de los discursos sociales que llevan a que las mujeres se culpabilicen de que el proceso de reproducción no funcione, lo que permitirá minimizar los efectos de este duro proceso en la salud mental.
En personas que viven con mucha ansiedad, o que han cursado depresiones siempre es aconsejable acompañar el proceso de reproducción asistida porque es un momento especialmente vulnerable por las altas probabilidades que existen de que no se consiga en un primer intento el embarazo.